Ha pasado tiempo desde que escribí por última vez en este blog. Obviamente, no he dejado de pensar en muchas cosas, y una de ellas es en el tiempo perdido.
¿Se desperdicia realmente el tiempo si se disfruta desperdiciándolo?
Realmente no. Hay quien disfruta gastando el tiempo en hacer cosas, otros en trabajar, otros en distraerse con mil y un tipos de ocio. Pero existe cierta satisfacción en no hacer nada, en tumbarse en el sofá, mirar el techo y disfrutar del olor a verano que entra por la ventana.
Ese es el mejor momento para pensar, para no levantarse en un rato, disfrutar del paso del tiempo, de los segundos que se suman en el reloj sin que uno intente detenerlos. Lentamente avanza la aguja, girando sin parar, avanzando hacia el atardecer.
El tiempo desperdiciado se acaba cuando reaparecen los deberes, el sol se ha ido y las tareas sin hacer llaman a la puerta de la mente. Entonces es cuando me levanto y pienso en lo bien que he pasado la tarde, impaciente por desperdiciar más tiempo.
viernes, 27 de agosto de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)