Vendemos ironía.

sábado, 20 de octubre de 2012

Siglo XXII

A veces enciendo la tele y veo que ponen Doraemon, la serie de anime que todo el mundo conoce. He observado la cantidad de aparatos que saca el gato cósmico de su bolsillo mágico a lo largo de mi infancia y no ha sido hasta ahora cuando me he dado cuenta de lo extraño que es el mundo del siglo XXII, que es de donde proviene el protagonista de la serie.

Si se permite a los niños jugar con artefactos que violan toda moralidad contemporánea, ¿qué clase de artilugios poseen los adultos de la época? Y me refiero a que Notiva, un niño corriente, es capaz de hacer cosas tan monstruosas como eliminar la voluntad de otras personas o viajar en el tiempo sin ninguna clase de responsabilidad (interfiriendo con ello en la propia historia) como si jugase a un videojuego, no quiero imaginarme lo que pueden hacer los adultos del siglo XXII.

Tomemos por ejemplo el día a día del siglo XX. Hay muchos aparatos fruto de la innovación militar (más de los que nos gustaría) y tecnologías que fueron originariamente concebidas para matar. Si maravillas tecnológicas como el control mental, los viajes en el espacio-tiempo o la violación de las leyes físicas como la gravedad son simples juguetes para niños y pueden encontrarse dentro de cualquier robot como Doraemon (según el argumento es un robot de bajo rendimiento por un defecto de fábrica), ¿qué clase de artilugios usan las personas mayores?

Lo sorprendente es que la Tierra sigue entera con un nivel tecnológico asombroso y un poder casi ilimitado en las manos de cada uno de sus ciudadanos. Debe de ser un mundo donde todo mal esté prohibido o algo así, porque si no no me explico el alto grado de sensatez de los humanos del siglo XXII para ser capaces de autocontrolarse ante tamañas fuerzas tecnológicas.

Pero bueno, al fin y al cabo es una serie de dibujos, no tiene por qué tener sentido. Aun así, estoy asustado de la cantidad de poder que posee cada persona de ese futuro utópico.