Yo estaba en la cama cuando oí unos golpes en el cristal de mi ventana. Miré al frente y descubrí que era una niña pequeña quien estaba allí asomada. No tendría más de cinco años, y parecía estar intentando ver si había alguien dentro de mi habitación. Yo me pregunté por qué se podía mantener allí fuera de pie, si yo vivía en un tercer piso. De pronto me fijé en que había unos andamios, lo cual me tranquilizó.
Siguió llamando con la manita hasta que se cansó. fue entonces cuando comenzó a caminar hacia un lado por el andamio. En ese momento yo estaba sentado, con los pies colgando en busca de las zapatillas.
-Se va a caer. - dije en sueños.
Y efectivamente, la niña comenó a tambalearse, a hacer equilibrios imposibles en aquel andamio inventado. Hasta que cayó.
Pasó un segundo, luego dos. Un tercero transucrrió y yo ya comencé a preocuparme por el hecho de que su cuerpo no sonase contra el suelo.
Pum.
-Bien, ahora. - dije aliviado, más preocupado por la coherencia de las cosas que por lo que acababa de ocurrir.
Me levanté y miré por la ventana. Me asomé y busqué su cuerpecito allá en el fondo del patio. Primero vi el montón de sangre que había salpicado, luego a la niña acurrucada en posición fetal, muerta.
-¡Zas, en toda la boca! - grité riéndome a carcajada limpia.
Tuve que despertarme de ese sueño para dejar de reír.
domingo, 24 de enero de 2010
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