Vendemos ironía.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Tres Enfados (2º parte)

El segundo eje de mi razonamiento recae en que el sistema es senil, en que hay cosas que ya no es capaz de abarcar. Todos tenemos algún familiar que es nulo para la tecnología, que tardan en contestar una llamada al móvil porque no son capaces de interpretar que un auricular de teléfono de color verde significa descolgar para hablar y un auricular rojo significa colgar. Es endemoniadamente instintivo, y si dicen que es demasiado complicado al principio yo no le creeré. Paren a pensarlo un momento antes de criticarlo: ¿acaso compañías multinacionales que desean que todo individuo tenga un teléfono móvil lo haría con una interfaz exclusiva para el entendimiento de los astronautas? ¿En serio? Bien, ahí está su respuesta.

¿A qué quiero llegar con esto? A que esta es la clase de cosas que no enseñan en la escuela, a pensar por uno mismo. Muchos dicen que las nuevas generaciones nacen sabiendo usar todos los aparatos electrónicos. Ni en broma sabemos, pero lo deducimos. El mundo está hecho para idiotas, hay señales e instrucciones por todas partes. Inserte monedas de 1 o 2 euros. Velocidad máxima 120 km/h. Pare, atención, avance. Endedido/apagado. ¿Acaso no son instrucciones? Lo único que hay que hacer es leerlas, y si no se entienden, no dejarlo por imposible. La tecnología está hecha por personas para las personas. Y quien diga lo contrario, miente. Quien no quiere entenderlo, no merece ser denominado ser humano, porque el entendimiento es una de las mejores cualidades que tenemos, y quien no entiende las cosas, sino que simplemente las traga sin masticar y repite como un loro no ha de ser calificado persona.

El sistema en el que vivimos no está gobernado por personas. Está gobernado por loros. La tecnología cambia, la usan las personas que deben y que van aprendiendo, ese proceso que nunca acaba, que nunca debería de acabar. Tenemos que llenarnos la cabeza de procesos, no de burdos datos. Saber para qué sirve determinada fórmula y por qué se creó se aprende mil veces mejor que memorizar que 2x5=10.
Somos víctimas de los hombres que no saben aprender, de todos aquellos que son incapaces de ejercer de humanos y buscan que los demás tampoco seamos capaces de ello.

La tecnología está para mejorar la calidad de vida. Tenemos una biblioteca entera llamada Internet, además de las bibliotecas clásicas repartidas por todo el mundo que contienen el bien más preciado de todos: la información. Contienen el poder, la capacidad de moldear el universo a nuestro antojo, de darle forma a nuestros sueños.

Porque somos humanos y soñamos, porque somos humanos y realizamos.

El sistema, regido por gerontosaurios intelectuales, lleva años de retraso con respecto a la realidad. Las leyes no se acomodan a lo que la gente realiza con la información, la abundancia de ésta la deprecia, aunque su valor total continúa siendo infinito. Tenemos máquinas e infraestructuras que nos permiten conocerlo todo, saberlo todo. Podemos aprender desde cómo atarnos una corbata hasta cómo hacer chorizo artesanalmente pasando por cómo construir nuestro propio coche teledirigido. TODO está en Internet, y por alguna razón eso no se usa.

Si tuviese el tiempo necesario, cogería libros de hidráulica, electrónica, matemáticas, informática y biología para crear un trabajador que haga mi trabajo por mi. Yo no quiero ir todos los días a cargar cajas en el almacén, no quiero levantarme a las 6 de la mañana para pillar el primer tren abarrotado de gente dirección la oficina, donde un jefe iliterato nos manda masticarle la información porque los del departamento de marketing no saben interpretar datos, solo círculos de colores sobre un diagrama de árbol. Esa es la clase de cosas que mata el intelecto del ser humano. Puede que los nazis perdiesen en el '45, pero os aseguro que el fascismo ha triunfado mundialmente.

¿Qué pasaría si crease una máquina que hiciese mi trabajo, o mejor, el de todos? Pasaría lo mismo que cuando un hombre decidió usar una máquina que servía para drenar agua de las minas como motor y moverse sin el esfuerzo de sus piernas, o un hombre cogió una roca para cortar algo en vez de usar sus uñas.
Maldita sea, yo solo quiero dedicar el tiempo de MI vida a MI persona, no a satisfacer el bolsillo de gerontosaurios incapaces de entender el sentido del aprendizaje. Y si lo entienden todo a la perfección y continúan corrompiendo el entendimiento humano, le aseguro que esa gente son demonios que no merecen otra cosa que fuego en grandes cantidades.

Ese es el problema. Necesito tiempo y un dinero para mantenerme vivo, para conseguir materiales, para llevar a cabo una revolución histórica. ¿Y qué pasa cuando uno de esos saurios descubre que si logro mis objetivos él no pintaría nada en todo esto? Pues que esos animales tienen un instinto de la supervivencia bien agudo y que cortarían el grifo de suministros, asegurándose su longevidad y la del sistema.

He utilizado una metáfora de un robot trabajador (lo cual no descarto para cuando me haya jubilado), pero ¿qué pasa con Internet, con las nuevas tecnologías en general? Los casos más sonados son los del ACTA o la SGAE contra lo que denominan piratería. ¿Qué pasa si no tenemos 21 euros por un disco de pésima calidad? ¿Acaso no han pensado en que también tenemos necesidades y que buscaremos el modo más barato de satisfacerlas? Y arremeten contra Internet, contra todopoderoso Google (alabado sea su nombre), tienen a Telefónica a punto de cortar las tarifas planas porque quieren más beneficios, porque quieren seguir vivos. Son animales, eso es lo que son, animales viejos que usan la fuerza sin entender cómo han llegado a tenerla. Para qué. Solo son animales que buscan sobrevivir.

Esa es la senitud del sistema actual, la incapacidad de absorber el cambio, de abrir la mente, porque directamente no la tienen. Con eso hay que acabar. Tenemos la información en la palma de la mano, pero carecemos del dinero y del tiempo necesario para realizar nuestros sueños, porque somos esclavos del sistema, y hasta que no lo destrocemos y lo creemos desde cero con el aprendizaje, el entendimiento y el sentido común por bandera, de poco me sirve mi Liberté, Egalité y Fraternité, si al final sudo sangre por llegar a fin de mes y no puedo elegir lo que deseo ver en la televisión.

Continuará...

lunes, 20 de septiembre de 2010

Tres Enfados (1ª parte)

Muchos se preguntan por qué existen los antisistema, por qué hay quien arremete contra instituciones basadas en el poder del ciudadano, de por qué desean acabar con el mundo que conocemos. Conforme uno crece, se va dando cuenta de que algo de razón tienen. No en la forma de actuar, no en los eslóganes programados que vomitan, sino en que el sistema tiene algo mal. Es como un hombre testarudo al que le duele la espalda, pero que nunca va al médico.
Al sistema le duele la educación, la democracia y comienza a ser senil. Pero es demasiado terco como para pedir ayuda, confiando en que sus viejos huesos se curen solos.

Le duele la educación, un sistema donde lo único que se premia desde párvulos hasta la cátedra es la mera memoria, el repetir como un loro lo que nos enseñan. ¿Qué nos enseñan? Datos, reglas, fórmulas, quién escribió qué. Nunca el por qué, nunca el para qué, nunca el para con quién.

¿Por qué hay que saber el Teorema de Pitágoras? ¿Por qué tengo que saber lo que son las funciones lineales? ¿Por qué tengo que aprenderme lo que es la transición demográfica? ¿Para qué necesito saber quién fue Kant, Cervantes o Dostoievsky? ¿Qué es la Teoría de Juegos?
Para aprobar el examen.
El 99% de los estudiantes no lo sabe. Simplemente lo estudian, lo memorizan y lo sueltan en el examen, rezando por que aprueben, traer buenas notas y ganar un diploma que les permitirá repartir periódicos en el metro. Si soy el único que cree que algo falla aquí, por favor, comuníquenmelo.

El sistema educativo solo busca que la gente memorice cosas, no que las sepa aplicar o para qué fueron creadas. Pitágoras enunció su teorema, pero los egipcios ya lo usaban para delimitar sus cultivos, de donde aparecieron los primeros indicios de cálculo integral, usado para clasificar y ordenar datos, además de la ciencia estadística.
Las funciones lineales son la representación abstracta de cualquier proceso en el tiempo y en el espacio, sea cual sea su naturaleza.
La transición demográfica te dice por qué eres más alto que tu padre, y éste más alto que tu abuelo. También explica por qué la gente se muere de hambre en el mundo y por qué nunca hay que dar dinero a las ONGs. Nos enseña el por qué de la existencia de los supermercados, por qué tenemos autopistas de tres carriles en vez de calzadas de piedra y por qué los chinos en China solo pueden tener un hijo.
Lo que escribieron esos tres personajes solo sirve para tener una referencia de quién son los clásicos y a quién hay que leer para tener una mente capaz de expresarse con claridad y sin faltas de ortografía, pues la comunicación es esencial. También enseñan cosas sobre el pensamiento humano, sobre que hay cosas más allá de las que estamos acostumbrados a pensar, que hay límites para la imaginación y que la locura la padecemos todos. Conocimiento universal en este mundo plagado de personas.

¿Y esto acaso lo ha dicho algún profesor? No, nunca.
¿Por qué Kant escribió esto? Como nadie hace la pregunta en su momento, el profesor ni siquiera está capacitado para responderla. Su respuesta sería: "qué más da, tú apréndetelo, que queda una semana para el examen y tienes que aprobar, porque si suspendes es malo".

Todos hemos de aprobar cosas, superar pruebas, recitar de memorieta el año del descubrimiento de América, la invención de la impreta y la máquina de vapor. Nadie nos enseña por qué se crearon, qué pasaba en esa época en lugares distantes del mundo y por qué el pasado repercute en el futuro. Solo hemos de saber que Felipe VII va después de Carlos IV y que Hitler era malvado. ¿Algún libro de bachillerato acaso cuenta por qué Hitler subió al poder, o siquiera cuál era su discurso político? ¿Acaso alguien enseña por qué existía el arte románico y fue sucedido por el gótico? No, simplemente tienes que saber que Hitler fue un dictador alemán, que el románico consistía en iglesias pequeñas y oscuras, que el gótico tenía arcos altos y acabados en punta junto con bellos rosetones de colorines.

No enseñan que el románico era pequeño y lúgubre porque la gente vivía en aldeas explotada por señores feudales y que no tenían esperanza alguna de salir de aquella situación, que si naces campesino te jodías y morías campesino, y tus hijos, y sus hijos y así hasta el fin de los tiempos. Joder, nadie te enseña que esa gente estaba deprimida y era pobre, y que por eso tenían miedo de Dios y sus puñeteras iglesias eran tristes como la muerte de un gatito.
Pero tampoco enseñan por qué de repente aparece el gótico. Yo os lo contaré: el dinero comenzó a valor algo, y el clero junto a los nobles tenían en qué gastarlo: en adorar a Dios. La vida es rosa, así que le haremos una gran catedral llena de luz y color, que se oiga la música de los coros, que los fieles se queden pasmados ante la grandiosidad y la generosidad del Señor. Por eso el gótico era diferente: porque tenían dinero y toda la felicidad que éste puede comprar.

¿Acaso lo enseñan? Y una mierda. Esa clase de cosas hay que averiguarlas por uno mismo, deteniéndose a pensar en las consecuencias de un cambio socio-económico en la Edad Media. ¿Qué cambio se enseña en clase? Que Pepito V sucedió a Juanito III. Ponlo correctamente en el examen y tendrás una buena nota. ¡Felicidades! Te has ganado una palmadita en la espalda si eres pobre y una Playstation si eres rico.
Este es el asco al que hay que estar sometido durante veinte años, durante los mejores veinte años de nuestras vidas. Después da gracias que logras trabajar de becario hasta los 30 y puedes permitirte ver la tele de 9 a 11 todas las tardes en el sofá de tu casa hipotecada.

Y un huevo. El ser humano no está hecho para esca clase de escoria, este sistema autocomplaciente donde la media de coeficiente intelectual es 100 y nadie se da cuenta que están llamando retrasados a la mitad de la población, aunque se lo merezcan.
Sabemos de lo que somos capaces. Hay individuos que se ganan la vida investigándolo, descubriendo facetas nuevas del cerebro y su funcionamiento. Un hombre no tiene que memorizar datos, para eso están los libros. Para eso precisamente fueron inventados, para no tener que memorizar esta clase de escoria. Yo no soy un almacén de datos andante, soy un ser humano. Tengo un intelecto que deseo usar, al cual confío darle el mejor uso posible para la obtención de mi felicidad y de aquellos que me acompañan en la vida. No entiendo por qué tengo que terminar este sistema educativo, especializarme en una serie de disciplinas repetitivas y desempeñar un mismo trabajo hasta el día de mi muerte.
Uno ha de ser capaz de saber qué herramientas usar en cada situación, y ahora que tenemos TODA la información del universo conocido disponible en la palma de la mano, ¿a qué está esperando el sistema?

Un hombre ha de ser capaz de llevar la contabilidad de su hogar, calcular una hipoteca, resolver un problema matemático que incluya la velocidad de varios aviones, escribir sin faltas de ortografía, leer y disfrutar un buen libro, pintar en sus ratos libres, cantar en la ducha y crear chistes al instante. La especialización es para los insectos. Yo soy un mamífero y supuestamente he heredado el universo, así que tengo derecho a hacer lo que me plazca mientras use mi cabeza para todo.

Repita conmigo:
No soy un insecto.
No soy un insecto.
No soy un insecto.

Tómese una pausa, respire. Repítalo cuantas veces haga falta, sin prisa.

Y bien, si ahora no lo ha hecho porque posee cierto escepticismo, felicidades: si duda es que tiene un indicio de que hay algo en su cabeza que funciona de un modo distinto al de los insectos.
¿Lo va entendiendo?

Continuará...