El segundo eje de mi razonamiento recae en que el sistema es senil, en que hay cosas que ya no es capaz de abarcar. Todos tenemos algún familiar que es nulo para la tecnología, que tardan en contestar una llamada al móvil porque no son capaces de interpretar que un auricular de teléfono de color verde significa descolgar para hablar y un auricular rojo significa colgar. Es endemoniadamente instintivo, y si dicen que es demasiado complicado al principio yo no le creeré. Paren a pensarlo un momento antes de criticarlo: ¿acaso compañías multinacionales que desean que todo individuo tenga un teléfono móvil lo haría con una interfaz exclusiva para el entendimiento de los astronautas? ¿En serio? Bien, ahí está su respuesta.
¿A qué quiero llegar con esto? A que esta es la clase de cosas que no enseñan en la escuela, a pensar por uno mismo. Muchos dicen que las nuevas generaciones nacen sabiendo usar todos los aparatos electrónicos. Ni en broma sabemos, pero lo deducimos. El mundo está hecho para idiotas, hay señales e instrucciones por todas partes. Inserte monedas de 1 o 2 euros. Velocidad máxima 120 km/h. Pare, atención, avance. Endedido/apagado. ¿Acaso no son instrucciones? Lo único que hay que hacer es leerlas, y si no se entienden, no dejarlo por imposible. La tecnología está hecha por personas para las personas. Y quien diga lo contrario, miente. Quien no quiere entenderlo, no merece ser denominado ser humano, porque el entendimiento es una de las mejores cualidades que tenemos, y quien no entiende las cosas, sino que simplemente las traga sin masticar y repite como un loro no ha de ser calificado persona.
El sistema en el que vivimos no está gobernado por personas. Está gobernado por loros. La tecnología cambia, la usan las personas que deben y que van aprendiendo, ese proceso que nunca acaba, que nunca debería de acabar. Tenemos que llenarnos la cabeza de procesos, no de burdos datos. Saber para qué sirve determinada fórmula y por qué se creó se aprende mil veces mejor que memorizar que 2x5=10.
Somos víctimas de los hombres que no saben aprender, de todos aquellos que son incapaces de ejercer de humanos y buscan que los demás tampoco seamos capaces de ello.
La tecnología está para mejorar la calidad de vida. Tenemos una biblioteca entera llamada Internet, además de las bibliotecas clásicas repartidas por todo el mundo que contienen el bien más preciado de todos: la información. Contienen el poder, la capacidad de moldear el universo a nuestro antojo, de darle forma a nuestros sueños.
Porque somos humanos y soñamos, porque somos humanos y realizamos.
El sistema, regido por gerontosaurios intelectuales, lleva años de retraso con respecto a la realidad. Las leyes no se acomodan a lo que la gente realiza con la información, la abundancia de ésta la deprecia, aunque su valor total continúa siendo infinito. Tenemos máquinas e infraestructuras que nos permiten conocerlo todo, saberlo todo. Podemos aprender desde cómo atarnos una corbata hasta cómo hacer chorizo artesanalmente pasando por cómo construir nuestro propio coche teledirigido. TODO está en Internet, y por alguna razón eso no se usa.
Si tuviese el tiempo necesario, cogería libros de hidráulica, electrónica, matemáticas, informática y biología para crear un trabajador que haga mi trabajo por mi. Yo no quiero ir todos los días a cargar cajas en el almacén, no quiero levantarme a las 6 de la mañana para pillar el primer tren abarrotado de gente dirección la oficina, donde un jefe iliterato nos manda masticarle la información porque los del departamento de marketing no saben interpretar datos, solo círculos de colores sobre un diagrama de árbol. Esa es la clase de cosas que mata el intelecto del ser humano. Puede que los nazis perdiesen en el '45, pero os aseguro que el fascismo ha triunfado mundialmente.
¿Qué pasaría si crease una máquina que hiciese mi trabajo, o mejor, el de todos? Pasaría lo mismo que cuando un hombre decidió usar una máquina que servía para drenar agua de las minas como motor y moverse sin el esfuerzo de sus piernas, o un hombre cogió una roca para cortar algo en vez de usar sus uñas.
Maldita sea, yo solo quiero dedicar el tiempo de MI vida a MI persona, no a satisfacer el bolsillo de gerontosaurios incapaces de entender el sentido del aprendizaje. Y si lo entienden todo a la perfección y continúan corrompiendo el entendimiento humano, le aseguro que esa gente son demonios que no merecen otra cosa que fuego en grandes cantidades.
Ese es el problema. Necesito tiempo y un dinero para mantenerme vivo, para conseguir materiales, para llevar a cabo una revolución histórica. ¿Y qué pasa cuando uno de esos saurios descubre que si logro mis objetivos él no pintaría nada en todo esto? Pues que esos animales tienen un instinto de la supervivencia bien agudo y que cortarían el grifo de suministros, asegurándose su longevidad y la del sistema.
He utilizado una metáfora de un robot trabajador (lo cual no descarto para cuando me haya jubilado), pero ¿qué pasa con Internet, con las nuevas tecnologías en general? Los casos más sonados son los del ACTA o la SGAE contra lo que denominan piratería. ¿Qué pasa si no tenemos 21 euros por un disco de pésima calidad? ¿Acaso no han pensado en que también tenemos necesidades y que buscaremos el modo más barato de satisfacerlas? Y arremeten contra Internet, contra todopoderoso Google (alabado sea su nombre), tienen a Telefónica a punto de cortar las tarifas planas porque quieren más beneficios, porque quieren seguir vivos. Son animales, eso es lo que son, animales viejos que usan la fuerza sin entender cómo han llegado a tenerla. Para qué. Solo son animales que buscan sobrevivir.
Esa es la senitud del sistema actual, la incapacidad de absorber el cambio, de abrir la mente, porque directamente no la tienen. Con eso hay que acabar. Tenemos la información en la palma de la mano, pero carecemos del dinero y del tiempo necesario para realizar nuestros sueños, porque somos esclavos del sistema, y hasta que no lo destrocemos y lo creemos desde cero con el aprendizaje, el entendimiento y el sentido común por bandera, de poco me sirve mi Liberté, Egalité y Fraternité, si al final sudo sangre por llegar a fin de mes y no puedo elegir lo que deseo ver en la televisión.
Continuará...
lunes, 27 de septiembre de 2010
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