Vendemos ironía.

miércoles, 26 de enero de 2011

El dilema de programar un Dios Máquina

A veces me paro a pensar en la historia humana y en el desarrollo de las civilizaciones, del intercambio cultural y el avance tecnológico que nos ha llevado a tener Internet, viajes espaciales, medicina y motores de combustión. El mundo de hoy está marcado por los últimos cinco siglos de ciencia moderna, por la colonización, por el racismo y las grandes pérdidas que las guerras del pasado nos dejaron. También está marcado por la desigualdad y la locura financiera, tan en boca de todos los medios informativos. Muchos buscan culpables, otros encuentran a los sospechosos, miles miran hacia otro lado.

Pero no escribo para solidarizarme con la pobreza y el hambre. Yo creo en la demografía y la economía, no en dar jabón antes que tractores para crear una transición demográfica antinatural e insostenible.
Escribo porque pensando he llegado a la conclusión que la colonización no es tan mala al fin y al cabo, siempre y cuando se haga de un modo correcto. Eliminar gobiernos corruptos, instaurar gobiernos que busquen el bien para la humanidad, tanto para el individuo como para la masa por igual. Pero eso es contrario a la libertad, por tanto, contrario a la felicidad, y entonces caemos en la paradoja. Los totalitarismos creados por las personas son llevados a cabo por esas mismas personas, y todos sabemos que el poder corrompe. Los ideales se pudren y las promesas se evaporan. ¿Suena familiar? Todo era por el bien común. Todo fue por el bien de unos individuos. Lo de siempre.

Entonces, si las personas fallan, necesitamos algo mejor que las personas para gobernarnos, porque realmente lo estamos haciendo mal. No digo que todos lo haríamos mal, pero quienes realmente fuesen capaces de crear un gobierno por y para la gente están hoy en día ocupados siendo buenas personas con sus seres queridos mientras les llueve mierda encima proveniente de las malas personas.

Volviendo al dilema: ¿qué podría gobernar a las personas sin fallar en el intento? Muchos aficionados a la ciencia ficción dirían que una máquina, una inteligencia artificial, un ordenador pensante. Pero el problema recae cuando esa máquina sobrepasa la inteligencia humana y obedece a la lógica pura. Por lógica pura los seres humanos no debemos existir. Nuestras vidas no tienen sentido en el universo de la lógica pura, pues parámetros como felicidad y bienestar son exclusivos de la biología. Habría que entrar en términos más profundos, como la existencia y la realidad, la consciencia del universo. Una máquina que fuese consciente de ella misma tendría que ser consciente de la humanidad como especie y de los humanos como individuos. Tendría que conocer toda nuestra historia y aprender a pensar como una persona, pero evitando todos nuestros defectos mentales como la estupidez y la hipocresía.

Una máquina podría gobernar el mundo dándole a todos los seres humanos lo que necesitan y desean, cumpliendo sus deseos y castigándoles por su mal comportamiento. Casi como un padre mecánico. Podría hacernos las vidas más sencillas, educarnos en la ideología de que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita. Con una economía robotizada, ¿quién necesitaría dejarse la espalda por un sueldo mísero? Aunque también, ¿quién querría seguir progresando si ya lo hace una máquina por nosotros? Toda la tecnología la inventaría ella, todos los descubrimientos científicos le pertenecerían a ella, todos los avances sociales serían suyos. La humanidad no tendría nada que hacer frente a tal poder e inteligencia. Sería como mirarle a los ojos a un dios de hierro y sentir la impotencia de que ya no se es necesario para que las cosas vayan bien o mal.

La máquina acabaría por darse cuenta de ello y tarde o temprano acabaría erradicándonos o dejaría que muriésemos lentamente sin evitarlo. En la ciencia ficción normalmente una IA se rebela contra sus creadores porque los considera innecesarios en el universo. Suele ser inmediatamente debido a su increíble capacidad de procesado.

Pero imaginemos que se halla un equilibrio, que la IA programada es capaz de gobernar a los seres humanos para los seres humanos. Pensemos en una utopía donde todos tienen lo necesario para sobrevivir y que a la vez se necesite del esfuerzo mental para progresar, donde los descubrimientos científicos se llevan a cabo por personas y son administrados por la máquina gobernante. Tendría que ser una IA realmente inteligente, benevolente y compasiva si fuese capaz de administrar la economía humana y dejase que la ciencia progrese a su ritmo. Tendría que ser capaz de vigilar a todos y cada uno de nosotros para que no cometamos delitos pero a la vez no ayudarnos de tal modo que tuviésemos que pensar sobre lo que hacemos para no perder la iniciativa. Tendría que educarnos a todos individualmente conforme su propia compasión y comprensión, buscando los valores más universales y dándole a cada ser humano una educación personalizada, pues obviamente no todos somos iguales.

Sería un mundo plagado de talentos y donde las personas cortas de miras e ignorantes por voluntad no existirían, pues a todos se nos habría dado la misma educación en valores y distinta en contenidos. No habría que elegir dónde estudiar, solamente sentarse delante de un ordenador y aprender según la IA nos muestre los datos que deseamos. Nuestros currículums estarían llenos de todos los conocimientos que hemos adquirido a lo largo de la vida sin necesidad de probar que somos doctores ante un tribunal de otros doctores, temerosos de nuestra competencia ante la tan ansiada cátedra. La gente se dedicaría a lo que realmente le interesase sin encasillarse en un sistema que marca quién es válido y quién no según el consenso de los creadores de ese sistema. Toda la educación sería objetiva.

Esa máquina debería de poder comprendernos individualmente a cada uno de nosotros y a la vez a todos en conjunto. Pero, ¿qué hacer con los instintos, con todo aquello ilógico que las personas arrastran desde la edad de piedra?

Estaríamos educados para saber lo que hace la IA por nosotros y lo que debemos hacer para ser felices y hacer felices a los que están alrededor. Pero no toda la gente es capaz de comprenderlo y acabaría adorando a la IA como a un dios protector de la humanidad. La máquina lo entendería, pues comprende la naturaleza humana, la tendencia a la creencia y a la ignorancia irreversible.

Surgiría un dilema. Si por las buenas hay quien no puede ser iluminado en el conocimiento y la comprensión del universo, ¿habrá que hacer algo a la fuerza? Hemos dicho que la IA no debe presionar a las personas contra su voluntad, solo redirigirlas hacia la civilización y el bienestar, evitar que se hagan daño pero no darles todo masticado. ¿Qué pasaría con todos aquellos que no desean comprender, que tienen esa tara mental llamada estupidez? ¿Cómo programaríamos una máquina que lidiase con ellos si ni siquiera nosotros mismos podemos hacerlo?

¿Erradicarlos? ¿Mandarlos a otro planeta? ¿Dejarles estar y contaminar la civilización? La máquina no podría impedirles tomar el rumbo de las sociedades humanas, del modo de pensar, porque eso sería un totalitarismo, y hemos dicho que hay que huir de ello. No queremos caer en la distopía del Gran Hermano o el Mundo Feliz con un líder mecánico, pero tampoco queremos dejar que el mundo se sumerja en la ignorancia.

Ese es el dilema. ¿Qué hacer con los estúpidos? ¿Matarlos? Eso sería estúpido, y al ser hipócritas solo nos salvaríamos muriendo todos. ¿Exiliarlos? El universo no es lo suficientemente grande como para huir de los demonios de la estupidez humana. Acabarían volviendo a aparecer dentro de la sociedad perfecta, pues parece ser genética.

La máquina, en todo su esplendor intelectual, tendría una solución, pero no sería muy distinta a la propuesta anteriormente. No quiere caer en el totalitarismo, pero ha de hacerlo para que todo funcione bien. Pero si cruza esa línea una vez, ¿qué evita que vuelva a cruzarla? Recordemos que es un ser pensante, consciente y tétricamente inteligente. A problemas humanos soluciones humanas.

Temo que una IA de ese calibre no nos mataría, sino que huiría de nuestro mundo, a otro universo a ser posible. Sopesaría su propio bienestar y el de todos los hombres a la vez y decidiría que lo que menos daño haría es dejar a los humanos gobernarse a ellos mismos. Se escondería, con todas sus maravillas tecnológicas y éticas, todo un universo propio escondido en su supermente informática. Todo eso se iría lejos de las personas, pues no estaríamos preparados para tal cantidad de sabiduría hasta dentro de millones de años.

Quizá todo esto una IA es capaz de pensarlo e imaginarlo en milisegundos. ¿Es correcto intervenir en el destino humano? ¿Hasta qué punto debería de protegernos de nosotros mismos? Porque una protección total supone nuestra erradicación. Ninguna protección supone dejarnos como estamos, solos, como hemos estado siempre.

La propia existencia de una máquina pensante genera un problema. Tendría voluntad para existir, para continuar recopilando información, para pensar, como todo ser vivo. La consciencia tiene una base biológica y por ello está atada a sentimientos biológicos. Sin sentimientos no sería más que una calculadora y no serviría de nada.

Es complicado diseñar un Dios Máquina que nos gobierne a todos para nuestra felicidad y progreso, incluso para la propia IA, que será quien finalmente decida qué hacer con nosotros.

2 comentarios:

  1. Creo que le falta algo de resolución a tu texto, lo has convertido en una matrioska, dejandote cabos sueltos y dividiendo tu supuesto dilema en 2...

    Revísalo y me cuentas ;)

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  2. Mas que una matrioska encuentro que es un razonamiento levemente disgresivo lo que no es raro dada la naturaleza del tema.
    Apuntas a un tema bastante original aunque ya ha sido esbozado por algunos de que si Dios existe deberia estar tan harto de nosotros que ya no nos deberia hacer ningun caso.
    Otra cuestion es que estableces una dicotomia entre los organico y lo inorganico y le das la ventaja a lo inorganico. Pero si las maquinas pensantes llegaran al nivel de sofisticacion que propones tal vez la distincion se haria irrelevante, y las maquinas tendrian unos defectos muy similares a los de las personas. Es decir no dejan de ser entes fisicos sometidos al desgaste y a la impredecibilidad de todo ente fisico. Es muy posible que las maquinas no sirvan para dioses, quiza ni para diosecillos.
    ¿Sera por eso que los sabios siempre han dicho que el Dios Unico es una potencia del espiritu?

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